La poesía en verso llega a ser un tanto fastidiosa porque hay que espigar mucho para encontrar una espiga cargada de buen grano. Es más fácil encontrar la poesía en la prosa (y tal vez por eso será que la prosa gusta más), o en las demás artes: la poesía de la música a todos es accesible, la poesía en la pintura también. Pero Góngora sólo habla para unos pocos. Eso puede ser bueno o malo, según como se mire. Nadie tiene dificultad con Bach. Para que eso sucediera, probablemente él la tuvo consigo mismo.
A la poesía actual le conviene que se acabe el verso y que los poemas se escriban en prosa, porque el verso ha sido el refugio tradicional de los malos poetas, los falsos poetas, los poetas mediocres. Puestos a escribir su poesía en prosa, tendrán que capitular o aprender a escribir.
No hay que confundir verso con poesía. La mayor parte de los poemas en verso no contienen poesía. El verso es una forma. Se puede llenar con cualquier cosa. El verso no hace parte de ninguna definición sobre la poesía.
Vale mucho más un buen párrafo que una mala estrofa. La poesía no se escribe porque sí. Se escribe porque no. Porque lo que hay que decir no puede ser dicho de otro modo. Siempre que algo pueda decirse en prosa, debe emplearse la prosa para decirlo y reservar la poesía exclusivamente para el poema. Esto va en beneficio de la prosa y de la poesía, así como de todos los escritores.
En el poema todo está permitido, menos la mediocridad. El poema no debe usarse para enviar mensajes personales: para eso está el correo. Los mensajes personales pueden enviarse con el poema sólo a través de los siglos y para eso hay que llamarse Dante o Shakespeare.
Las querellas de amor se escuchan bien en una canción popular, pero suenan ridículas en la lectura de un poema. “Te amo” no se dice en un grito, sino en un susurro. El que grita es porque está definitivamente solo.