MÉTODO PARA AUTOEVALUACIÓN
DE UN POEMA

  1. Medir su grado de satisfacción por medio de la relectura reflexiva, como si no fuera un texto propio, sino ajeno, poniendo esa distancia entre el autor y el texto. Despersonificación.
  2. Asegurarse de que se trata de un texto escrito y no redactado. Hay una diferencia entre escribir y redactar. Redactar es una operación calculada, que está al alcance de muchos. Basta saber español y tener claro lo que se quiere decir. Se redactan una carta, un texto didáctico, un mal poema. Para escribir, además del asunto se necesitan emoción e inspiración. La inspiración es producto de un estado de exaltación en el que se percibe la idea y se concibe la obra. Da por resultado un borrador que se corrige, o un texto que se tiene por definitivo después de revisado.
  3. Revisar la gramática, la puntuación, la semántica, desde el punto de vista de la eficacia del texto con relación al lector promedio.
  4. Revisar cada párrafo, o cada verso, y determinarlo muy bien con respecto al sentido, a su proporción, a su participación en el conjunto, al ritmo, a la eufonía, y verificar que no tenga tropiezos por defectos de construcción.
  5. Asegurarse de que el texto contiene en forma completa lo que se quiso decir en él, y que su comprensión es posible por el tipo de lector a quien esté dirigido.
  6. Revisar la arquitectura del texto con respecto a su composición, distribución, equilibrio y elegancia. Un texto es una construcción y debe sostenerse en firme. Sus partes tienen volumen, peso, analogía, funcionalidad. Es necesario calcular la resistencia de cada una, la correlación de fuerza entre las partes, su estabilidad y armonía del conjunto.
  7. Si el texto se dirige al público en general, como suele suceder con la mayor parte de la poesía, calcular si dirá lo mismo a cada lector. Que el texto sea comprendido de la misma manera en todas partes. El buen escritor se impone. No titubea. No merece atención quien escribe para que sus palabras se interpreten en cualquier sentido. No sabe lo que dice. No es digno de un lector inteligente.
  8. Calcular cómo será recibido el texto por el lector: cómo lo entenderá, qué efecto, qué impacto o reacción producirá en él, cuál podrá ser su grado de aceptación o rechazo y por qué.
  9. Calcular la importancia del texto terminado en relación con una literatura: regional, nacional, temporal, o global respecto del idioma.
  10. Calcular el posible valor del texto en el futuro, a corto y mediano plazo. Para esto es necesario conocer historia de la literatura, tener nociones científicas sobre el futuro y ser honesto consigo mismo. Se parte de la base de que en un país como Colombia un libro de poesía tarda veinte años en ser justipreciado por la crítica autorizada, excepto en los casos en que la propaganda engaña al público joven, que carece de criterio y cree todo lo que le dicen.

Lo que antecede vale si se es un escritor serio y formado, “con vocación de permanencia”. Si sólo se quiere divertirse, entretenerse y engañar a los demás (si se dejan), entonces no lea los diez puntos anteriores.

NOTAS

  1. Creo que, en todo el mundo, las palabras son una manera anticuada de hacer las cosas, instrumentos torpes que finalmente serán abandonados, probablemente antes de lo que pensamos. Esto sucederá en la Era Espacial. WILLIAM BURROUGHS.
  2. La letra dejará de ocupar un lugar central en la vida de los hombres. OCTAVIO PAZ (El arco y la lira).
  3. En rigor, no siempre es exacto dar como número de los sonidos el número de letras, y por consiguiente es poco científico el llamado principio de escribir como se pronuncia, sin variar el alfabeto de cada localidad y de siglo en siglo. RUFINO JOSÉ CUERVO.
  4. Las palabras, como los rayos X, atraviesan cualquier cosa si uno las emplea bien. ALDOUX HUXLEY.
  5. La distinción radical entre la poesía y la prosa está en la muy diversa expectativa de quien las lee. JORGE LUIS BORGES.
  6. La miseria humana, la angustia que la acompaña y la rebeldía que la sigue, tienen su fundación en la palabra articulada. JORGE ZALAMEA (El gran Burundún).
  7. Lope, que no se avergonzaba de escribir para el vulgo, habría enrojecido al escuchar a los poetas que ahora hablan para el pueblo. OCTAVIO PAZ (El arco y la lira).
  8. Entró en la galería un viejo canoso, con cara atormentada, y que parecía anunciar no sé qué cosa grande, pero cuyo aspecto no precisamente bello dejaba claramente adivinar que pertenecía a esa clase de hombres de letras que no goza del favor de los ricos. –“Yo soy poeta”, dijo. (Encolpio, en Satiricón, de PETRONIO).
  9. . Desde que las lenguas proliferaron, la incomprensibilidad del prójimo ha hecho del hombre un extranjero. JACQUETTA HAWKES.