LA POESÍA Y LA VIDA

Entre las sorpresas de la vida, no es la menor la poesía. Expresa Saint-John Perse que la poesía es un modo de vida, y de vida integral; y que toda creación del espíritu es, ante todo, poética, en el sentido propio del término. Agrega: “El poeta existía en el hombre de las cavernas, y existirá en el hombre de las edades atómicas, porque es parte irreductible del hombre”. En efecto, Hermann Khan y su equipo, al orientar sus telescopios futuristas hacia el tercer milenio, encuentran que podrán desaparecer cosas como los zapatos, pero no desaparecerá la poesía. Porque la poesía –explica pacientemente Rafael Maya– responde a necesidades esenciales del espíritu humano.

El concepto genérico de poesía es tan amplio como se quiera, y se refiere a la percepción, no a la escritura. Por lo tanto no es arte, a no ser un arte de vivir. He visitado a santos y a sabios en sus lugares. Ellos viven inmersos en el espíritu de la poesía, ven a poca gente, y en su retiro son como dioses que dominan sobre sí mismos y una matica de lechuga. Los admiro porque escapan a la dominación de los poderes. Entiendo que son los únicos hombres libres que existen.

En esta ocasión nos referimos a la poesía que se expresa por medio de un texto escrito, y en consecuencia requiere habilidades artísticas. Convertida en poema, la poesía puede ser muchas cosas, desde metafísica hasta patafísica, pero siempre su propósito es el mismo del científico. Cada poeta nos enseña lo que consigue aprehender en lo cognoscible. Nunca vemos el Todo, ni el Todo nos ve a nosotros individualmente. Para el Todo sólo existe el Todo. Y las lunas son las uñas de los dedos de Dios.

Cuando, hace unos treinta años, oí decir que un buen poeta era más importante para un país que un ferrocarril, me reí como nunca, pues el que me lo decía era, seguramente, uno de esos conocidos partidarios de la cultura. Y apenas pasados treinta años los ferrocarriles ya no existían más y sólo habían dejado tras de sí una ingente pérdida y un montón de problemas y de chatarra. En cambio, el Nocturno de Silva cada día brilla más y produce más perdurables dividendos.

La mejor lectura de un poema suele ser la primera, porque está acompañada por el asombro y el deslumbramiento. Las siguientes lecturas son de apreciación y análisis: una pavada. En la primera y temprana lectura consciente del Nocturno nos embarga el sentimiento indefinible de la poesía, la admiración, el entusiasmo. Tiempo después, consideramos la perfección retórica y la importancia literaria. Entonces traemos a cuento el ferrocarril y comienza el traqueteo.

Si unos cuantos poemas, como el Nocturno de Silva, llenan toda nuestra vida, definen toda una literatura y dan nombre a toda una época, es porque la poesía tiene sin duda el poder de producir subyugantes fenómenos individuales y colectivos.

La poesía es una de las pocas cosas que se conocen sin llegar a saber lo que son, y en esto se parece a Dios, lo que no es raro en modo alguno, pues justamente es la poesía la que nos ha revelado la idea de Dios. Por la poesía se conoce a Dios directamente. Por la Teología se le conoce teóricamente. Mientras el teólogo elabora sus intrincadas abstracciones, Dios y el poeta están sentados en un rincón del parque, riéndose a carcajadas de los teólogos. Cualquier santica de convento conoce mejor a Dios que el Papa, porque el Papa le quiere montar la competencia, mientras que la monjita está muy humilde en su celda, plenamente ocupada en ser una con Dios, que es la única manera de conocerle. El Papa, en cambio, le dice: –“Señor: Usted es Dios; Yo soy el Papa”. Y el Señor le responde: –“Muy bien. Allá Usted”.

La poesía es como el aura de Dios, que hace parte de la Divinidad. Y junto al Aura sólo pueden estar en adoración los tres coros de la primera jerarquía.

El que no puede ser ángel se contenta con ser diablo. Y los poetas, con algo de ángel y algo de diablo. Ya no queda más diablo que el diablo de Riosucio, un diablo de juguete, pero el poeta entiende que se trata de un diablo disfrazado de diablo. Debajo del disfraz de diablo está el verdadero diablo. Además, es el mismo diablo el que se ha dedicado a enseñar que no hay diablo, para que la gente le crea y podérsela llevar facilito. La otra noche, durante el sueño, me quería llevar el diablo. Me le enfrenté, y me puse a pelear con él. Lo insulté, le di patadas, puñetazos y mordiscos, y no me pudo llevar. Eso debió ser porque el tres de mayo recé los mil jesuses. Qué tal que no los hubiera rezado.

NOTAS

  1. La vida no es literatura; la vida es algo sangriento y salvaje. WILLIAM FAULKNER.
  2. El objeto y el sentido de la vida radican en la vida misma. Cuando un hombre se pregunta ¿para qué vivo?, es porque está insatisfecho sexualmente. WILHELM STEKEL.
  3. Es verdaderamente extraño que el espíritu del hombre haya encarado la vida como una lucha permanente. SARA BERNHARDT (Memorias).
  4. La vida: levantarse, sudar, comer unos panes y morirse. FEDERICO GARCÍA LORCA.
  5. La vida tiene un sentido fácil y claro, pero tú lo complicas con teorías y fábulas, y con el miedo de Dios que te asusta detrás de las puertas. RAFAEL MAYA.
  6. ¡Ay, señora! ¡La vida es una cosa espantosa! MARCEL PROUST.
  7. Hasta que aceptemos que la vida en sí está fundada en un misterio, nada aprenderemos. HENRY MILLER.
  8. La vida es un tesoro que disminuye cada día. TARAFA.
  9. El principal objeto de la vida griega era ser libre y bella. AGUSTÍN ESCLASANS.
  10. Reconozco que he perdido lo vivido, pero no me arrepiento. No vine para ganar nada. EDUARDO ESCOBAR.
  11. La vida no es más que una serie de actos incoherentes y sin importancia. ECLESIASTÉS.
  12. No se preocupe por la vida. Jamás saldrá vivo de ella. (Anónimo).