Defectos notorios de la poesía en Antioquia han sido hasta ahora el localismo y el autobiografismo, caracterizados por un sentimentalismo cursi, al amparo de una religiosidad medieval. Los nuevos poetas, al parecer, se empeñan en continuar así con todo entusiasmo.
La poesía intimista se proclama como el triunfo de la individualidad sobre las sociedades colectivas, las cuales se consideran de cultura primitiva. Pero la verdad es que todo arte que no cumple una función social desaparece en la inanidad.
Los poetas jóvenes defienden la poesía subjetiva porque aún no han salido del cascarón y no conocen otro tema que el de sí mismos como centro del universo, de acuerdo con su no superada psicología infantil.
Infinidad de temas de los cuales la poesía podría ocuparse están ahí sin que los poetas perciban nada, envueltos en su inocencia de crisálida, encerrados en sí mismos con sus pequeños asuntos personales, tratando de contarnos todos los días la misma película de amor.
La poesía introspectiva muere con su autor. “Canto vano” la llama Ernesto Cardenal.
Cuando el gran poeta dice Yo, arrastra consigo a todos los demás. Cuando el poeta mediocre dice yo, no hace más que afirmar su nulidad. Los poetas que nos dan a leer su diario, ¿desean ser compadecidos o admirados por sus padecimientos?
Cuando escribir se convierte en derroche del estilo puede entonces hablarse de decadencia: no hay nada qué decir, sino algo qué lucir. Literatura fatua, carente de la dignidad de la inteligencia.
Estamos abandonando el pasado rápidamente. Pero no los poetas jóvenes. Ellos se niegan.