EL LECTOR DE POESÍA

Muchos fracasos literarios se deben a que los autores no cuentan con el lector. Creen que el lector está a su servicio. Pero es al contrario. Es el autor el que debe servir al lector. No entenderlo así ha producido la desilusión de muchísimos autores noveles.

Aparte de los lectores especializados de las grandes editoriales, no existe nadie que tenga la profesión u oficio de lector. Los poetas que comienzan se imaginan que existe el lector como una especie de monstruo, pronto a devorar cuantas letras aparecen impresas en hojas y folletos, sobre todo si están firmadas por ellos. Y no es así. Algunos poetas famosos hablan de tener cinco lectores, otros aspiran a diez. Se refieren, por supuesto, a lectores auténticos, con un alto grado de comprensión: lectores adictos.

¿Cuál es su poeta preferido? ¿Podría usted escribir un ensayo sobre él? Entonces usted no lo ha leído.

La mayoría de los poetas jóvenes estiman que un poema es una especie de secreción que se deja en un papel para ver quién se ensucia con ella. Su concepto y estima de la poesía, de sí mismos y del lector, no pasan de allí. Nada puede esperarse de eso.

Desde luego, los más seguros lectores de poesía son los mismos poetas, aunque, contrariamente a lo que podría pensarse, resultan ser también los más encerrados en escuelas y retóricas. Por fuera del gremio de los poetas el lector de poesía es ocasional y selectivo, y generalmente distanciado de vanguardias. Esos lectores solamente leen a poetas muertos, porque sufren de una especie de necrofilia.

La poesía viva no tiene contemporáneos porque la mayoría de las gentes viven en el pasado, con una sensibilidad y un gusto literario de otra época. Los colombianos viven hoy en día con la poesía de Barba-Jacob, de Luis Carlos López o de Julio Flórez, los cuales se reeditan anualmente. Fenómeno muy explicable si se tiene en cuenta que los poetas jóvenes todavía andan con Baudelaire y con Rimbaud. O sea que el reloj de la poesía, por estas latitudes, se desplaza lentamente. Tan lentamente que después del Nadaísmo los nuevos poetas dieron marcha atrás, en lugar de haber dado un buen paso adelante. La razón de por qué lo hicieron es explicable: querían permanecer al lado de sus muy escasos lectores, pues ir adelante es marchar solo. El temor a la soledad y las ganas de compañía y aplauso hace que pocos se atrevan a ir demasiado lejos. Al que se decide a escaparse lo insultan con el calificativo de paria. Hasta que esa palabra pase a denotar independencia y audacia. Se ve ya la razón por la cual, después de los postnadaístas tendrá que haber un neonadaísmo y luego un ultranadaísmo y así sucesivamente.

NOTAS

  1. En definitiva, sólo hay dos clases de poesía: la buena, excesivamente rara; y la común y corriente. Lo que no es poesía puede clasificarse con los abusos de confianza. JAVIER ARANGO FERRER
  2. El acto estético es anterior al acto intelectual: antes de entender un poema, uno siente si es bueno. JORGE LUIS BORGES
  3. En nuestro tiempo, bastantes cosas grandes han perdido su significación, y una de ellas es la poesía. MARK Van DOREN
  4. Todas las formas poéticas agregan algún ingrediente a la realidad. CARLOS RAFAEL DUVERRÁN
  5. El lenguaje de la poesía es y será siempre convencional. PORFIRIO BARBA–JACOB
  6. Te he pesado, poeta, y te he hallado falto de peso. SAINT–JOHN PERSE
  7. Lo que ha salvado del olvido la poesía de Alfonsina Storni es su autenticidad, es decir, el hecho de que no es literatura, sino vida, amor y dolor propios, realmente sufridos. SIMÓN LATINO
  8. El verdadero efecto de un gran poema es hacer que uno conozca realmente lo que ya creía saber. La eficiencia de un gran poeta consiste en traer al conocimiento lo que ya se daba por tan sabido que dejaba de ser conocimiento en absoluto. ARCHIBALD Mac LEISH
  9. Yo, no amo a los poetas, sino en sus libros; es su personalidad la que me seduce; su persona me es indiferente, o molesta... Mis grandes poetas son muertos, o han estado muy lejos de mí; todo contacto con la humanidad me es odioso. JOSÉ MARÍA VARGAS VILA