La incapacidad para titular los poemas se disimula muy bien dejándolos sin título. Hay una buena disculpa: excelentes poetas que son malos tituladores.
Un poema sin título es como una persona sin nombre. Para solucionar ese defecto, los editores tienen un recurso: el primer verso, o primeras palabras del mismo, pasan a constituir el título. Ello es indispensable, entre otras cosas, para conformar un índice. Otro recurso editorial es titularlos simplemente como “Poema”, o designarlos por un número. Por lo tanto, el autor que deja el texto sin titular, tácitamente está aceptando los recursos con que el editor suplirá una incapacidad que a veces se disfraza de originalidad, cuando no de pereza, y que no es más que un engañabobos.
Los poemas sin título presentan un aspecto fragmentario y por ello se prestan a toda clase de errores tipográficos.
Es preferible cualquier título a la falta de título. La falta de título indica la falta de propósito al escribir. ¿Cómo puedo confiar en un autor que ni siquiera es capaz de inventar un simple título? Un autor con tal pobreza mental seguramente no tiene nada interesante qué decirme, pues ni siquiera supo llamar mi atención con un título.
Quienes con recursos tan tontos como la falta de un título pretenden molestar a un posible lector, y creen que molestarlo es lo que deben hacer, en realidad no lo molestan: solamente lo ahuyentan.
Poner el mismo título a varios poemas es unirlos en una identidad. En ese caso resulta conveniente adicionar un número en beneficio del lector. Aunque hay cierta elegancia en no hacerlo. Todo depende de la intención.
Nadie publica un libro sin título, pero sí un poema, lo cual denota desprecio por el poema, o la justa valoración de que ni siquiera merece un título. El poema sin título es un feto. Algo que no alcanzó a completarse. Texto abortado. El aborto se practica entre los poetas jóvenes. Menos mal.
El estilo de titular varía con las épocas. Un tallerista me dijo que no titular es también una forma de titular. Con esa lógica, no hacer el amor es también una forma de hacer el amor. Bonita disculpa.