LA CENA DE LOS MUERTOS

Al acostaros,
no dejéis la leche ni el pan sobre la mesa:
atraen a los muertos.

Rainer María Rilke

Los tiernos muertos vienen a beber en mi vaso,

y silenciosamente rondan en mi aposento,

alargando sus tímidas trompas hacia los panes

que apenas sí se atreven a rozar con los dedos.


Penetran por el hueco de la llave uno a uno,

evitando en la sombra tropezar con las lámparas,

y van mañosamente a ponerse a la mesa

donde les he dejado: leche, pan y una carta.


El pan se desharina en sus dedos temblones

y la flecuda lengua lame el fondo del vaso,

con presurosa angustia disputando las sobras

que el frío soplo del viento sobre el mantel esparce.


Entrada la mañana, al volver a la estancia,

corriendo las cortinas para abrir las ventanas,

cuando la sombra vuela hacia el día como un pájaro,

sobre la mesa encuentro intocada la carta.