DIÁLOGO DE LOS INTÉRPRETES

Dijo Jesús: –¡Oh gremio de los apóstoles!
¡Cuántas son las lámparas que apaga el viento!

Agrapha Musulmán

Todo puede ser probado de una manera y también de la manera contraria,

dijo el primer Intérprete de Jericó, poniendo sus manos sobre la Tora.

Y dijo también, sin que nadie lo escuchara: “A los espejos hay que tenerles desconfianza”,

cuando entró la bella Zahel, con un lirio en la mano, para revisar los pliegues del Velo.

Porque los Intérpretes se ocupaban de todas las cosas: así de las más sabias como de las más bellas,

pues desde los más remotos tiempos sólo se habla de lo que no se sabe.

Los Intérpretes estaban entonces ocupados en definir

si cierta bestezuela encontrada dentro de su zapato por el Patriarca de Jerusalén,

era un grillo con cabeza de ángel, o un ángel con cuerpo de grillo,

y era muy difícil saberlo, puesto que no se trataba de una interpretación,

sino de poner las cosas en su punto.

Ellos no habían podido comprender el problema de la existencia de Dios

porque no habían podido penetrar su porqué. Por qué es necesario que haya Dios.

Pero dominaban a cabalidad todo cuanto concernía a los ángeles, todos los ángeles en general, inclusive los de siete brazos.

No obstante, el problema de la pequeña bestezuela tenía muy preocupado al Intérprete cuando entró la bella Zahel,

y apenas tuvo tiempo de bostezar frente al espejo, con lo que lo empañó, no siéndole posible ver lo que sucedía en ese momento.

El segundo de los Intérpretes del Templo entraba con el grillo en la mano y lo depositaba cuidadosamente en el Santo de los Santos,

como único medio de obtener la respuesta que todos estaban deseando,

y por la cual el Sumo Sacerdote se encontraba reducido a oración y penitencia.

Pero como el grillo se congelaba en el Tabernáculo, fue necesario también traerle el zapato del Sacerdote,

y todos los días una virgen le llevaba el más puro alimento que se podía obtener en la Casa del Señor.

El grillo estaba muy contento, sin preocuparse de su cabeza deforme,

y pronto se convirtió en objeto de veneración y culto

como sucede siempre, que adoramos lo que no comprendemos.

Hasta que se celebró una audiencia de todos los Intérpretes para resolver si el grillo debía ser vaciado en oro.

Y uno dijo: –Soy de opinión que sólo los seres vivos deben adorarse.

Y otro dijo: –Mi opinión es contraria. Creo que sólo debemos adorar a los seres inertes.

Y de esta discusión lo único que se sacó en claro fue que hay que adorar todas las cosas,

y que tan digno de adoración es el uno como el otro.

Entonces se pusieron a echar suertes para saber quién debía inclinarse primero,

pues, según dijeron, el asunto quedaba convertido en una cuestión de principios,

hasta que alguien dijo que había que dejar los principios para el final.

Después de cierto tiempo el Sumo Sacerdote vino con gran acompañamiento para saber lo que habían resuelto los Intérpretes,

pero el Libro estaba cerrado y todos se hallaban dormidos y cubiertos con sus mantos.

La pequeña bestezuela había desaparecido, de donde dedujeron que era un ángel,

y para congratularse celebraron un gran banquete de honor.

Estando en ello comenzaron a trocarse unos en otros, hasta el punto de que ya no se sabía quién era quién.

Y habló el Patriarca y dijo: –"Traed otro grillo". Y así lo hicieron,

e introduciéndolo en el zapato lo calzó luego, no pudiendo contener una mueca de asco cuando lo sintió ceder bajo su planta.


Entonces todos los presentes alabaron al Señor,

cada uno con las palabras y las intenciones de los otros,

por lo que no fueron escuchados.