La fantasía desborda la imaginación. No hay frontera entre una y otra, pero a la fantasía sigue la alucinación. Y de ahí en adelante es la insania.
Los que experimentan con alucinógenos y drogas manifiestan vivencias personales diversas, con distinto grado de interés; mas al revisar textos escritos bajo tales influencias o con posterioridad a ellas, y compararlos con obras de grandes poetas, de quienes no se sabe que se valieran de esas ayudas, se encuentra siempre que los estímulos artificiales no superan la creatividad de un cerebro genial. Los que buscan tales estímulos confiesan su incapacidad. Es inútil buscar en ellos el genio que no se tiene. La fantasía de García Lorca o de Vicente Huidobro fue un producto debido a una conjunción de azar y circunstancias únicas por las cuales la poesía sigue siendo misteriosa. Los que usan drogas para buscar el genio no logran más que cansarse y desilusionarse, y eventualmente perjudicar su cerebro. El Universo es el gran químico. El aprendiz de brujo siempre se lleva un chasco.
La idea, algo extendida, que vincula creatividad y sensibilidad artística con enfermedad y defectos de la conducta vital, y pone como ejemplo la perla de la ostra, es una idea originada en los propios artistas, que desean singularizarse; o en los que intentan desacreditar a comediantes, músicos y poetas. En tiempo reciente se desacreditaba también a los pintores, pero en vista de los precios que los cuadros llegan a alcanzar se abandonó esa costumbre. Al valorizarse la poesía se valorizan los poetas. Cuente con eso.
Imaginación y fantasía nutren el poema como nutren la vida. Pero hay que evitar caer en lo cursi y lo ridículo. La imaginación sin control es la fantasía. La imaginación se admira; lo fantástico sorprende y encanta. La organización social estimula la imaginación pero el temor a lo desconocido lleva a desconfiar de lo fantástico. En este fin de milenio lo fantástico ligado a la tecnología encuentra aceptación en lo explicable. La fantasía del poeta siempre será sospechosa porque usurpa un atributo divino.
La primera muestra de que se tiene imaginación es independizarse. Salir del rebaño.