LICANTROPÍA

1

Yo erraba flotando por la tierra,

Y a punto de desaparecer me detenía

En el aire de los lejanos barrios nocturnos, sobre las altas lámparas oscilantes,

En espera de ese momento en que la luz nos acogiera.

2

Te pusiste a orinar tan desafiante delante de mí. Mal hecho. Después me quedaría acordando de eso.

Y por eso fue que tuve que ponerme a caminar por los aires, como volando,

Hasta que dejaras de orinar, ¡pero cuándo será!

3

Si uno viaja en auto, durante la noche,

No se tiene que poner a tocarse con los compañeros,

Porque después cada uno se despide pero no se va,

Sino que se queda para siempre con los mismos quince años que tenía en aquel viernesanto,

El auto eternamente volando bajo espinas y clavos con una sangre roja como de fruta

Que no ha conocido el diente.

4

Cuando te vuelvas a bañar en una alberca que está en el pasado, debes hacerlo solo.

Menos mal que ahora vives en Nueva York, donde yo nunca iré.

Porque aquella vez dijiste esas cosas obscenas,

Cosas de muchachos, que no significan nada.

5

Aunque niño todavía,

Siempre estaba abrazándome para que lo besara,

Con esa ternura que anda buscando a quién darse.

Su padre lo mató obligándolo a hacer a pie un viaje muy largo.

Ese niño estuvo varios años en el infierno,

Y después salió tocando la pandereta.

6

En Fundación, reverberante y bulliciosa,

Se me apareció un joven desconocido que me dijo:

–Te vi salir de Santa Marta y de inmediato he tomado un carro

Para venir a alcanzarte en esta estación, donde el tren hace una parada larga.

Seguiré contigo hasta Gamarra, en el interior de las tierras cálidas,

Y desde allí retornaré porque mi abuela me espera.

No me dijo su nombre. Nos tomamos las manos. Se despidió alegremente.

Así deben ser todas las historias de ángeles.

7

Si vas a Cartagena, en Boca Chica

Los guías negros y los bateleros te ofrecerán sus servicios.

Sonrientes y obsequiosos, seas hombre o mujer,

Te conducirán a una playa solitaria para que tengas el recuerdo que quieras de aquel breve viaje de turismo.

Si te niegas a hacerlo se sentirán ofendidos y lo tomarán a desprecio.

Te dirán como a mí: “No sabes lo que te pierdes. La próxima vez es mejor que no vengas”.

8

Sus padres, que lo amaban, estaban de acuerdo en que mi amistad era lo más conveniente.

Por lo menos así estarían ellos seguros.

Y de ese modo todos fuimos felices.

No hay duda de que eran unos padres inteligentes.

9

Con su encantadora cabeza de dormir,

Y unos ojos azules y desamparados,

La piel transparente, el corazón pequeñito,

Sin fuerzas para extraer la crema dental,

Dejó caer sus ropas frente a mí y me dijo:

“He venido para que seas mi padre”.