LA SOLEDAD DEL POETA

Entre otros muchos cargos, se acusa a los poetas de preferir la soledad. Si bien, de acuerdo con Fernando González, “hay poca gente digna de que por ella se cambie la soledad”, los motivos del poeta encuentran mejor arraigo en la frase “la vida solitaria es para las fieras o los dioses”

Louis Pauwels, en “El retorno de los brujos”, trae esta cita innominada: “Hay un camino en la soledad, hay ríos en el desierto. No hay camino ni ríos en el hombre que se mezcla con los otros”.

La vocación de soledad viene al poeta desde su espíritu contemplativo y místico tanto como de su conciencia del tiempo. Si el poeta fuera hombre de negocios tendría uno de esos relojes de veinticuatro horas, pero el poeta mide el tiempo por eternidades.

Algunos autores son capaces de escribir en el bullicio, mas no sus mejores obras. La vida social es contraria a la vida creativa. La concepción de un asunto puede ocurrir en cualquier momento, pero el trabajo literario requiere aislamiento, silencio, concentración y tiempo indefinido. No se puede escribir con la horrible perspectiva de que de pronto le llamen a almorzar.

El hechizo o encantamiento bajo el cual escribe el poeta es frágil y delicado como todo lo sobrenatural. Si sobreviene un taladro en la calle, o la estridencia de un altoparlante, la conexión con el misterio se rompe y la poesía desaparece. Para el novelista no sería problema, porque su trabajo está planificado, pero una vez que huye el poema, nunca más vuelve a las manos del poeta. Si el poeta sale a buscarlo se perderá, o regresará con otro poema, pero el poema que se fue jamás será encontrado porque huyó a los anillos de Saturno.

Molesta mucho a las personas que los poetas se muestren como seres diferentes. Y sin duda lo son. Esas mismas personas lo certifican cuando lo señalan con el apelativo de poeta, que ni ofende ni ensalza. Es como decirle mula a una mula. Simplemente, pára las orejas.

De esa soledad esencial el poeta surge con algo de ridículo. Como en el verso de Baudelaire, “sus alas gigantescas le impiden caminar”. Mientras más esfuerzos haga el poeta para ser como los demás y mimetizarse entre la multitud, esos mismos esfuerzos lo delatarán y no podrá eludir su destino. Por tanto, lo mejor es singularizarse y proclamar desafiantemente: “Soy el que soy”. Entonces le responderán: –“Muy bien. Es el que es”.

Podrá arrepentirse el poeta de dilapidar su tiempo en los lugares públicos, con las gentes públicas, a las cuales se llama “el público”. Mas su sólo tiempo ganado será el que pase sumergido, siempre que no se olvide de sacar el periscopio. El buen poeta es sumergible.

Cuando el poeta se hace cotidiano desaparece detrás de sus anteojos. Como lo imprevisible siempre sucede, en tales momentos es mejor estar prevenido. Por eso he comparado al poeta con una ballena. Aunque un crítico peruano, Edgar O'Hara, dice que la ballena de esos poemas es el lenguaje, con el cual, según él, el poeta tiene una brava lucha. Como si se pudiera luchar con una ballena. Tan pesada. Los críticos casi nunca, casi nunca entienden nada.

La soledad del poeta es comparable a la de la ballena en los mares. Esto lo distingue y le da a sus reflexiones cierto carácter único, es decir, aristocrático. “Las reflexiones del solitario –advierte Jean Cocteau– adoptan siempre un aspecto aristocrático, muy molesto para los demás. Y nada incomoda más que la aristocracia, sea cual sea.”

Nosotros, plebeyos, tenemos cuentas pendientes con la palabra aristocracia. Si al menos tuviéramos aristocracia espiritual no nos estaríamos exterminando como ratas.

NOTAS

  1. Lo que quiere el sabio lo busca en sí mismo; el vulgo lo busca en los demás. CONFUCIO
  2. No debes anhelar una doctrina perfecta, sino la perfección de ti mismo. La divinidad está en ti, no en las ideas o en los libros. HERMANN HESSE
  3. A donde quiera que vayamos debemos ir desnudos y solos. HENRY MILLER
  4. Hay un punto pasado el cual no puede avanzarse más que solo. ANDRÉ GIDE
  5. El hombre sabio se queda en casa. EZRA POUND
  6. Para vivir bien has de vivir sin que te vean. (Divisa de RENÉ DESCARTES)
  7. Uno tiene que saber desaparecer. MARY RANAULT
  8. La única puerta de salida se abre hacia adentro. (Sentencia oriental)
  9. El verdadero sabio es invisible. HI K'ANG (223 - 262)
  10. Es de la naturaleza del talento diferenciarse de las multitudes, y pertenece al genio ser desconocido de sus contemporáneos. BALDOMERO SANIN CANO
  11. Quise estar solo conmigo mismo y con mi infancia, solo con mis cosas inútiles y juiciosas, a fin de resumir y de comprender. CARLO COCCIOLI
  12. Nadie, ni yo ni nadie, puede andar tu camino por ti. WALT WHITMAN
  13. El escritor, el más solitario de los animales. LAWRENCE DURRELL
  14. Cuando uno carece de compañía, casi siempre puede lograr sus objetivos. MARY RENAULT